El Mundial de 1978, celebrado en Argentina, no solo se recuerda por el rugido de los estadios, los goles de Mario Kempes o el trofeo alzado por la albiceleste. Detrás de la victoria deportiva se oculta un capítulo profundamente marcado por la política, el terror y las conspiraciones. Fue un torneo donde el fútbol y la dictadura se entrelazaron de manera inquietante, y también donde se sospecha que fue un Toreno arreglado, donde intervinieron amenazas, para que Argentina pudiera golear a la selección de Perú sin problema.
El Mundial en tiempos de represión
Cuando la FIFA otorgó la sede del Mundial de 1978 a Argentina en 1966, nadie imaginaba que, doce años después, el país estaría sumido en una de las dictaduras militares más sangrientas de Latinoamérica. El golpe de Estado de 1976, liderado por Jorge Rafael Videla, instauró un régimen represivo que dejó más de 30.000 desaparecidos.
En ese contexto, el Mundial se convirtió en una herramienta para limpiar la imagen del régimen ante el mundo. Las cámaras enfocaban los estadios, las multitudes alegres, los goles. Pero a pocas cuadras del Monumental, en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), se torturaba y desaparecía a miles de personas. Muchas personas decían que se podían escuchar los gritos de la gente desde los estadios.
Johan Cruyff y su ausencia: ¿boicot personal o amenaza?
Para todos fue una gran sorpresa la ausencia del astro holandés en la cita mundialista, uno de los mitos más persistentes de aquel Mundial es la ausencia de Johan Cruyff, que había llevado a su selección a la final en 1974. Se creyó que Cruyff se negó a jugar en 1978 como protesta contra la dictadura argentina. Sin embargo, en 2008, el propio Cruyff reveló que su decisión se debió a un intento de secuestro que él y su familia sufrieron en Barcelona, asi que con esta nueva revelación quedaron las especulaciones un poco dudosas, sin embargo, ayudo para hacer un llamado de atención en forma de protesta pacifica, de como muchas veces intentan tapar la crueldad de las situaciones políticas en los paises, en este caso bajo la dictadura que dejo atrás miles de desaparecidos, no ha pasado solo en argentina a lo largo de los años, a menor escala, siempre buscan maquillar todo con los deportes y mas el futbol, que es la pasión de millones de personas.
Aun así, la ausencia de Cruyff terminó siendo un símbolo involuntario de rechazo al régimen. Muchos otros jugadores, periodistas y ciudadanos sí decidieron protestar o no asistir como forma de boicot.
Resultados bajo sospecha: ¿un Mundial arreglado?
Una de las goleadas mas polémicas de la historia, una gran controversia que rodea el torneo fue el resultado del partido entre Argentina y Perú. Para llegar a la final, Argentina necesitaba vencer a Perú por al menos cuatro goles. Ganó 6-0. Desde entonces, se han tejido todo tipo de teorías sobre supuestos acuerdos, amenazas, ya que dicen que minutos antes del encuentro, Jorge Rafael Videla bajo a los vestidores de la selección Peruana, nunca se supo que paso ahí, pero claramente todo apunta a amenazas del dictador contra dicha selección.
Se ha mencionado la entrega de ayuda humanitaria, un cargamento de trigo y hasta la supuesta presión sobre jugadores peruanos. Aunque nunca se ha confirmado oficialmente nada, las sospechas siguen flotando como una sombra sobre ese resultado clave.
La gloria futbolística… ¿a qué costo?
Deportivamente, el torneo fue espectacular. Kempes brilló con seis goles y la final ante Países Bajos fue un drama digno de película. Pero muchos argentinos aún sienten un sabor amargo: mientras se celebraba en los estadios, en la oscuridad se silenciaban voces, se escondían crímenes y se tapaban verdades. Ya que no lo recuerdan por la albiceleste campeona del mundo, si no por todas las vidas que cobro la dictadura de aquella época.
El legado incómodo
mientras se celebraban los partidos mucha gente salía a las calles a protestar y eran salvajemente golpeados, torturados o secuestrados.
Esto sucedía mientras se disputaba el mundial del 78
El Mundial de 1978 puso a Argentina en el mapa del fútbol como campeona del mundo. Pero también dejó heridas abiertas. Años después, testimonios de sobrevivientes de la dictadura relataron cómo podían escuchar los gritos de la cancha mientras estaban siendo torturados.
Fue un evento que sirvió tanto para celebrar como para encubrir. Para unir al pueblo, pero también para desviar su atención.
Reflexión final
El Mundial de 1978 es una prueba de cómo el deporte puede ser utilizado como arma política. Entre goles y ovaciones, se tejieron historias de dolor y resistencia. Recordarlo no solo como una hazaña futbolística, sino como un reflejo de una época oscura, es una forma de rendir homenaje a la verdad y a quienes la perdieron todo.